miércoles, 6 de marzo de 2024

Manzana

Esta es la historia de una manzana.

Fresca, redonda y chapeteadita. De esas de temporada que, aunque tal vez no pasen la verificación para ser exportadas como Washinteras, son suavecitas por dentro y muy dulces.

Sus amigos, apio, pera y banana, la acompañaban, la aconsejaban y disfrutaban su tiempo con ella. Pero había un problema: ella sentía que no encajaba.

Entristecía porque no era tan olorosa como su amigo apio, alto, delgado e imponente.

Se preocupaba porque sus curvas no eran tan pronunciadas como las de pera, a quien toda envoltura le quedaba espectacular.

Trataba de ser tan alegre como banana, con ese color tan brillante y ese ritmo bailador que sólo tienen aquellos que vienen del clima cálido. 

Días enteros fue la lucha de manzana por parecerse a sus amigos. Por ganar altura, delgadez, color, estilo. A veces creía que lo lograba. Por momentos se veía al espejo y se notaba mas verde, más alta, un poco más interesante. 

Ella, toda manzana, era maravillosa y no lo sabía. 

En su lucha por 'mejorar' en sí misma, el tiempo se le fue.
Y un día nublado, notó qué en su roja y brillante piel aparecía una pequeña mancha color marrón.

Dolía un poco y olía raro. 

Y anheló, ya no ser como sus amigos. Sino volver a ser ella, sin esa mancha rara. 

Su lucha había cambiado. 

Pomaditas, etiquetas, hasta un capacillo. Lo que ayudase a disimular servía. 

El tiempo seguía pasando. 

Y, un día, harta de luchar, se rindió. No. No dándose por vencida, sino aceptando con amor que era una manzana. Aceptando su manchita. Cuidándose para mantenerse un poco más de tiempo en las mejores condiciones posibles, disfrutando de su propio olor, viendo su rojez. Amándose.

Se puso derechita en el frutero, con su lado más brillante a la vista, se alegró de existir, y su corazón saltó de alegría cuando, en el momento oportuno, una mano la tomó, una boca la mordió y una voz se escuchó:

- Es la manzana más sabrosa qué he probado en mucho tiempo, redonda, chapeteadita y dulce. ¡Tan suavecita por dentro! 

¿La manchita? Ni se vió. Y sólo el centro de ella quedó, para que con sus semillas, un manzano pudiera un día crecer, y dar muchas que, como ella volverían a repetir esta historia. 

domingo, 25 de febrero de 2024

La vagancia

Katrina Pepina divaga.

Es una afortunada pestañista que hace cejas y estira cueros. En eso se ha convertido. Trabaja de once a siete, de lunes a sábado. Su personaje por estos días es una mujer talla chica de cabello rubio, tacones altos, ropa negra y vestidos, varios vestidos.

Dientes derechos, cordialidad y socialización digital son sus atributos públicos.

Pero su familia la conoce más. Es una niña con cara de señora, mente atormentada, adicta a la ropa igual pero de diferente color y al pan. Dependiente de abrazos de su marido, reñidora e insolente. Madre a ratos y mala ama de casa. Amiga exigente y poco disponible.

Dura, dura consigo misma como el peor entrenador con sus pupilos, condescendiente con el mundo y necesitada de aceptación. 

- Es un bonche de ternura, - dicen quienes le conocen poco.
- Es un alacrancillo rosa, - dicen quienes le conocen más. 
- Soy las dos cosas - dice la qué dice conocerse. 

Está aprendiendo a amarse, a aceptarse.
Ahorita va en el paso de autocuidarse y protegerse. De no quedarse encuerada para vestir a los demás. 

- Y me va saliendo poco a poquito. - Nos cuenta la mencionada. 

Quiere ser un buen ejemplo. De lo que no se debe de hacer, y de lo que sí. Dicen por ahí que todos somos sabios en nuestra propia opinión y solemos creer que el camino que recorrimos es el mejor, para poder justificar nuestras decisiones. Así anda ella. 

Según sus cuentas, va más o menos a la mitad de su vida. Ojala menos que más. Para que tenga tiempo de seguir aprendiendo y sea cada vez más humilde y menos mula con Escorbuto, que se ha llevado la lotería con todo y piedritas. 

Anda buscando la paz. Abajo de la cama, en la iglesia, en el gimnasio, en la chamba. Pero siempre la encuentra en una tarde de película y pizza con Cache y Escorbuto. En una caminata por la placita de afuera de su casa al atardecer. En una caricia a Godofredo Panecito Astronauta (el chulillo de la casa), en una risa a carcajadas con la Prima Chicle y la misteriosa Chica del Nombre Muy Largo. 

En sus lágrimas. Qué corren todos los días por variopintas cosas, a veces dignas, a veces no tanto. En su música positiva y medio jacarandosa, en el aire frillito que le da en el rostro cuando corre. En los ojos rasgados de la sobrina Mechitas y la palabra 'tatuyo' (plátano, para los ignorantes) qué menciona La Niñita Chapetes a sus tres años. 

Viene a ratos, y se va. Como la vida, como el día, como todo cuánto existe. Como ella un día. 

- Qué chulada es vivir, aunque a veces toque llorar. - Dijo la nunca sabia pero siempre opinadora muchachita en cuestión. 


De abrazos y héroes

- Siete al día. - Es lo que dice Katrina Pepina a Cachetina cuando pregunta cuántos abrazos se deben recibir durante el día.
Katrina Pepina ama los abrazos. Son su expresión favorita de cariño. La llenan de paz, de seguridad, de consuelo. En ellos da comprensión, cariño, ternura. Recuerda los pequeños y formales (de compadres, les dice ella), los que se dan en un momento de tristeza y confortan el corazón, aquellos en que la cargan y le dan vueltas, flotando sus pies, los que duran mucho, los que duran poco.
Ella está segura que no hay cosa más bonita que abrazar. A Cachetina, al perro, a sus amigas, a Escorbuto, a la vida, a sí misma.
Pero de unos días para acá, no ha sido abrazada. En sus ocupaciones, en el ir y venir del mundo, se le olvidó como abrazar, y por consiguiente, anda por la vida como zombi, iracunda, necesitada, sola.
Cachetina la ve llorosa, mocosa, colorada. No es lo que quiere mostrar a su niñita. Quiere ser un buen ejemplo, pero si no llora se le endurece el corazón y entonces lo usa como piedra para aventar a todo el que se le acerca.
Quiere encontrar una solución. Un suéter amarrado a la espalda, el perro colgado al cuello como abrigo fino, alargar sus brazos como superheroina y abrazarse a si misma, pagar por un masaje, etcétera.
¿Dónde hallar la calma y la seguridad? ¿Dónde un refugio seguro?
No hay quien quiera salvarla. ¿Porqué espera ser salvada?
¿De qué, de quién?
Nadie lo sabe.
- Avisen si se enteran- dice.