miércoles, 18 de septiembre de 2019

De días y noches.

Lloró. Lloró amargamente porque la soledad la rondaba. Se burlaba. Brazos la rodeaban. ¿Porque entonces, no la querían? ¿Porqué preferían el sueño, la comida, la calle, el tabaco, que a ella?

Me voy, vete. Mejor así. Tengo sueño. Los compromisos, las responsabilidades. Los miedos. Hasta mañana. Dos paredes separando lo que se supone que sólo Dios podría separar.

Frío de madrugada. Sueño sin paz. Sin ganas. Sin cansancio.

La miran, mira. Te miran. Atención escueta. Siembras todo el día y no cosechas nada. Y buscas pelea. Canalizar la ira. Si al menos le interesara pelear. Habría algo que reconciliar. Algo porqué golpear, morder. Descargar.

Pero no. No funciona. No importa. No sirve. Sólo esa tibieza horrenda que ni sonríe ni odia. Sólo la indiferencia y el engaño aparente tras la cordialidad.

Lagrimas corren por las comisuras. Llegan a la almohada. Esperan lo que nunca pasa. Lo que a nadie le importa. El abrazo que no existe. La caricia en la espalda. El beso en la frente. Pero no hay. Nada de eso hay.

Apaga la luz. Se dispone a dormir. Y para morir, un día menos ya.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Intercambio

La vida adulta es complicada. Circulan memes a todas horas con respecto a lo costoso que es ser adulto. Lo cansado que se vive. Lo libre que deberías sentirte y mantras a las conciencias hambrientas de sentido.

Katrina Pepina, a sus treinta años, apenas anda empezando a probar esta vida. Sus ojos se abren a cosas que jamás veía. Tal vez algunas de veinte saben mucho más que ella de todo esto.

Observa la dinámica de las relaciones interpersonales, sentimentales, sociales. Las personas se involucran de todas maneras aún antes de conocer su nombre completo. Las palabras que determinan las muestras de afecto son vulgares, menospreciadas, y los acontecimientos, utilizados para la autosatisfacción. Al parecer a nadie le importan los vínculos espirituales y/o de salud que puedan presentarse, los nexos, los cruces. Se burlan de la privacía, se exhiben, jactándose de la cantidad de cuerpos que pueden tocarse con las mismas dos manos.

Las bromas acerca de la infidelidad y las satisfacciones que traen son abundantes. La cultura del 'ganado' y la no exclusividad ni física ni emocional, y mucho menos en otros ámbitos de la vida, son el pan de cada día.

Nuestra espectadora se siente estúpida. Observa todo, trata de entenderlo. Toma cariño por la gente y le da valor. Pero al parecer, los tiempos son otros. Eso ya no es útil. No importa. No vale. Y ese mundo tan vacío, hueco y complicado - actual, le llaman- está vedado para ella, gracias al Papá de Todos Nosotros, quien puso a Escorbuto y Cachetina como barrera de amor, de protección, de resguardo, a su alrededor.

Los podcasts de hoy en día hablan de autoprotección, de intercambios, de consensos, de negociación, del uso de los demás para la propia alimentación del ego. Le llaman sinceridad a admitir que sólo se pretende obtener del otro, lo que se desea, a cambio del precio pactado.

Mujeres y hombres buscan, entre broma y broma, quien satisfaga sus necesidades económicas a cambio del cuerpo mismo, de la integridad.

Katrina Pepina no quiere. Algo no le suena. No le cuadra. Es seductor, despierta su curiosidad. Pero le entristece profundamente. Le parecen mentiras disfrazadas de placer. Carencias tapadas con pedazos de piel. Enfermedades invisibles acumuladas y transmisión de estados emocionales adversos, destrucción espiritual.

Anticuada, le dicen por ahí.
Patética, mosca muerta, cobarde, inmadura.

-Digan lo que quieran, juzguenme, ignorenme. Acúsenme de vieja por buscar sinceridad en las personas, transparencia, cariño genuino, amistad sin pretensiones. Señalenme cómo idealista hipócrita. No importa. Prefiero, hasta hoy, conocer primero a las personas, antes que todo lo demás.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Un año, un día.

Nota: Ésta carta fue escrita el 19 de febrero de 2017.
Dulce hija mía: hoy hace un año y un día que nos conocimos.
Gracias por existir, es lo primero que viene a mi mente al pensar en qué decir. Te amamos profundamente y no hay tiempo más feliz que éste que hemos pasado junto a ti.
Quiero contarte cómo pasamos tu cumpleaños: despertaste y tu papi, tía y yo te cantamos las mañanitas. Nos miraste asombrada y tus ojos nos decían que no comprendías. Desayunaste un taco de requesón y frijolitos (tu comida favorita por estos días), mientras yo batía betún y papi compraba tu piñata y otras cosas.
Te pusimos un vestido con tutú, tus mallas rosas y un pequeño tocado verde. Te veías adorable.
Compramos pizza con el dinero de tu bote - una botella de plástico en la que durante un año depositamos monedas y billetes especialmente para tu cumpleaños-, y papá la recogió junto con tu pastel.
Fuimos a casa de abuelita.
Comimos y dormiste tu siesta. Al despertar, te cantamos las mañanitas todos juntos y soplaste tu velita. Partiste el pastel y abuelita te llenó la nariz de betún. Quiero que sepas que nada te hizo tan feliz como pegarle a tu piñata. Gritabas y sonreías.
Abriste tus regalos, una camiseta que tu tía Coco mando hacer para ti y un robot que mamá escogió y que al parecer no es tan emocionante como ella creía. Ya sabes subir las escaleras gateando y cada día estás más cerca de caminar.
Tus palabras de estos días son agua, leche, zapato, coco, gua gua.
Feliz cumpleaños vida mía. Feliz cumpleaños a mi por tener la fortuna de tenerte. Feliz primer cumpleaños de todos los de tu vida. Te amo.