La vida adulta es complicada. Circulan memes a todas horas con respecto a lo costoso que es ser adulto. Lo cansado que se vive. Lo libre que deberías sentirte y mantras a las conciencias hambrientas de sentido.
Katrina Pepina, a sus treinta años, apenas anda empezando a probar esta vida. Sus ojos se abren a cosas que jamás veía. Tal vez algunas de veinte saben mucho más que ella de todo esto.
Observa la dinámica de las relaciones interpersonales, sentimentales, sociales. Las personas se involucran de todas maneras aún antes de conocer su nombre completo. Las palabras que determinan las muestras de afecto son vulgares, menospreciadas, y los acontecimientos, utilizados para la autosatisfacción. Al parecer a nadie le importan los vínculos espirituales y/o de salud que puedan presentarse, los nexos, los cruces. Se burlan de la privacía, se exhiben, jactándose de la cantidad de cuerpos que pueden tocarse con las mismas dos manos.
Las bromas acerca de la infidelidad y las satisfacciones que traen son abundantes. La cultura del 'ganado' y la no exclusividad ni física ni emocional, y mucho menos en otros ámbitos de la vida, son el pan de cada día.
Nuestra espectadora se siente estúpida. Observa todo, trata de entenderlo. Toma cariño por la gente y le da valor. Pero al parecer, los tiempos son otros. Eso ya no es útil. No importa. No vale. Y ese mundo tan vacío, hueco y complicado - actual, le llaman- está vedado para ella, gracias al Papá de Todos Nosotros, quien puso a Escorbuto y Cachetina como barrera de amor, de protección, de resguardo, a su alrededor.
Los podcasts de hoy en día hablan de autoprotección, de intercambios, de consensos, de negociación, del uso de los demás para la propia alimentación del ego. Le llaman sinceridad a admitir que sólo se pretende obtener del otro, lo que se desea, a cambio del precio pactado.
Mujeres y hombres buscan, entre broma y broma, quien satisfaga sus necesidades económicas a cambio del cuerpo mismo, de la integridad.
Katrina Pepina no quiere. Algo no le suena. No le cuadra. Es seductor, despierta su curiosidad. Pero le entristece profundamente. Le parecen mentiras disfrazadas de placer. Carencias tapadas con pedazos de piel. Enfermedades invisibles acumuladas y transmisión de estados emocionales adversos, destrucción espiritual.
Anticuada, le dicen por ahí.
Patética, mosca muerta, cobarde, inmadura.
-Digan lo que quieran, juzguenme, ignorenme. Acúsenme de vieja por buscar sinceridad en las personas, transparencia, cariño genuino, amistad sin pretensiones. Señalenme cómo idealista hipócrita. No importa. Prefiero, hasta hoy, conocer primero a las personas, antes que todo lo demás.