sábado, 15 de diciembre de 2012

Preludio navideño


Las carreras empiezan y la mercadotecnia se hace presente. Alrededor todo es brillo y luz. Unos cuantos compran anticipadamente. El resto - y el común - de los mortales adquieren todo en una marejada de gente, empujones, eternas filas y frío. Bastante frío.

Hay personas que comienzan a deprimirse y a externar las típicas quejas y lamentaciones. Las hay también aquellas que organizan preposada, posada, postposada y lo posible, todo con el afán de "convivir" con los demás. Las que se aúnan a las procesiones religiosas comunes de estas fechas cantando cada día en las puertas de la iglesia.

Pero la mayoría de nosotros somos una mezcla de todo lo anterior. De folclor, derroche, exceso y amor fraternal.

Katrina Pepina recuerda con cariño los ayeres de su familia. Cuando todos se reunían en casa de los abuelos. Los hombres en la sala, las mujeres en la cocina y el comedor, los niños corriendo de aquí para allá con luces de bengala y cerillitos. Los jóvenes sentados en la banqueta de la casa. Claro que no faltaba la paseada de los peregrinos por todo el patio, cantando puerta tras puerta con velas de colores, de esas que parecen caramelos. Después - y solo después según decía la abuela - se podía cenar.

Los platillos eran variados, la prima que año con año llevaba enchiladas rojas, la tía de la ensalada de piña y nuez, postre de limón, tamales, el pavo que no podía faltar, ponche, buñuelos, sopa fría. Seis o siete rondas en el comedor para que todos comieran. Voces, gritos, risas y las camas ocupadas por los más pequeños que cedieron al sueño.

-Yo recuerdo cuando Refus era chiquito y lloraba porque tenía hambre. Nadie le hacía caso. Hasta que llegó la hora de cenar y descubrieron al pavo sin una pierna, y al susodicho con la evidencia en la mano, jeje.

Eso fue hace años ya. Los abuelos se fueron, los tíos y tías se convirtieron en abuelos y ahora su descendencia se reúne en cada hogar. Todos son ya una rama firme y prolífera. La familia de Katrina Pepina, a pesar del tiempo, sigue siendo de cuatro. Y su casa es muy amplia, lo mismo que cuando estaban los abuelos.

Por eso a veces ella no puede evitar recordar ese pasado con añoranza. Por eso quisiera tener muchos hijos. O tal vez no. Sólo el tiempo lo dirá.

-Mientras, el maratón Guadalupe - Reyes del año 2012 ha comenzado. ¡Y chín chín el que no corra!