domingo, 20 de junio de 2010

La dieta maravillosa

De un tiempo a la fecha, Katrina Pepina ya no desayuna en casa.
Su buena jefa le da chancita de salir a comprar algun bocadillo para distraer la panza por aquello de las once de la mañana.

Ella había conocido ya al hombre extraño de los videos que adelgazó bailando, a la actriz de tele que vomitaba, a la prima que enflacó orando, a la que disfrutaba de tirar golpes y mejorar su condición física.

Sin embargo, nunca se imaginó que ella podría crear otro método eficaz para bajar de peso.
Y aunque Tía Chía no lo crea (espero me lea y le mando el abrazote más grande del mundo) el secreto es: ¡Tacos de Canasta!

A diario, Katrina Pepina se come dos tacos, uno de deshebrada y otro de chicharrón. ¡Y está bajando de peso!

Cree que se debe a que por el bajo contenido vitamínico de dicho alimento, y el montón de cosas extrañas que han de ponerle, el taco es indigerible.
Algo así como cuando una vaca se come una bolsa de plástico y luego la excreta igualita que como entró.

El secreto está en que la barriga se entretiene como loca tratando de deshacer lo indeshacible, y al último, como poli sobornado, le da chanza de pasar a la siguiente etapa.

- Qué bypass ni que nada, con esto me pongo como Ninel Siliconde en un mes.

Nocturno

Katrina Pepina tiene tanto sueño...
Es la noche perfecta para descansar, afuera llueve, el silencio es tan profundo.
Gaia* se ocupa de tomarnos fotos desde el cielo.
Y Katrina Pepina sonríe para todas.
Ella sabe que primero es la luz y luego el resonar.
Pero en su fantasía Gaia le grita primero: "¡Sonríe!"
Y luego, ¡Zas! el flashazo que cubre su rostro y todo su entorno.
Así, ¿Quién necesita una patética cámara panorámica?

Y aunque se le cierran los ojillos de mapache, Katrina Pepina se niega, rotundamente, a dejar de escribir.
No soporta irse de nuevo.

Y ya se sabe ese cuento de: "No es adiós, es hasta pronto". Pero eso es una estupidez para ella. No le gustan los hasta prontos o hasta tardes o hasta luegos y no luegos.

Se pensaría que la despedida más dolorosa fué la que les dió a sus Tatas, pero esa iba llena de paz y de la confianza en la ley universal de la materia y la energía.

No, la más triste despedida fué cuando tenía como nueve.
Después de unas vacaciones de tragar y tragar pan dulce empaquetado para sacar estampitas de Hércules (Katrina Pepina cree que ahi se definió su estructura corporal), el Primo Gringo de Katrina Pepina tiene que irse.
Ella lo lleva a la estación de autobús con ganas de que esté cerrado porque de repente el primero de mayo se cambió de fecha, o por cualquier motivo válido.
Y al despedirse con un abrazo y un "nos vemos dentro de un año", los dos muy machos y riéndose de nervios, el Primo Gringo se trepó al camión.
Entonces Katrina Pepina lo vió por la ventanilla, sentadote como si nunca hubiera venido, o como si vinera llegando, y empezó a llorar.
Las lágrimas le corrían por los cachetes redondos como mantecadas y el Primo Gringo arriba llorando también a todo lo que daba para no tener que usar la letrina del autobús.
No podían parar de llorar.
Fué ahí cuando en silencio y a distancia, descubrieron el gran cariño que sentían por una persona que sólo veían quince días cada año.
Y aunque la promesa de volver se ha cumplido hasta ahora, nunca hablan de lo mucho que se aprecian y de lo raras que serían las vacaciones si un día ya no pudieran verse más.

Ahora ya saben por qué a Katrina Pepina no le gustan las despedidas.
Después he de platicarles porqué no le gusta visitar a las mamás recién aliviadas, y porqué huye de sus verdaderos amigos de repente.
 - Pero por hoy, toca dormir...

*Gaia es el nombre que le dan los griegos a la Madre Tierra.

Diatribia barañuda de los complejos ominiosos y las alegrías suspicases.

Silencio.
Katrina Pepina vuelve a tus ojos después de irse sin decir ni pío.
Un largo mes muerta. Ella si puede presumir de sentir la muerte de cerca.
Se inmiscuyó en el mundo de los adultos, descerebrados, robóticos y sintéticos.
Esque ya tiene otro trabajo.
Por eso ya no había venido.

Se sentía como una traidora al irse sin una palabra, pero, -todo fué muy rápido!- decía la tortuga.
Ahora revisa preguntas hechas a personas de toda su ciudad para ver si todo está en orden. Cuenta las personas que hay en cada manzana, hace un papelito. Numera los papeles y luego los firma todos, les pone una hojita encima y los mete en una bolsita.

El segundo día de trabajo, Katrina Pepina despertó llorando, y Má casi la tuvo que bañar con agua fría, vestirla bonita y meterle el licuado por la nariz porque ya no quería volver a esa oficina.

Pero lo tétrico ya pasó.
Hasta le gusta lo que hace. Ha conocido mucha gente que ha valido la pena. También otra que si no fuera por su trabajo, preferiría no conocer.
Está aprendiendo mucho.

Está valorando todo lo que algunos olvidan que vale.
Porque en la línea del dinero, el alcohol, el trabajo, las posesiones y el ahogo voluntario de la creatividad; descubres que no hay nada que mas añores que el silencio, un abrazo, una siesta después de comer para despertar al anochecer, un día sin maquillaje y un desayuno hecho por Má.

Ahora lo único que Katrina Pepina ha podido pintar son sus uñas. Pero ya puede comprarse esas acuarelas que siempre quiso tener. Sueña con tantos rostros plasmables...

Solo espera con paciencia por lo pronto, y trabaja con amor.

- Me recuerdo estudiando física y maldiciendo mi carrera, porque era tan cruda y rigurosa. Sin espacio para márgenes ni variaciones. Sólo unos y ceros y cifras.
Hoy, por lo menos, ¡Le he tomado tanto cariño y tanto respeto! No existe ninguna otra cosa que quisiera ser mas que lo que hoy soy. No hay nada que desee más que volver a mi Sistema De Administración del Departamento de Servicios que es como mi hijo. Lleno de mis matices y mis contrastes. Embarrado totalmente de mi.

Porque sabes que un mural es espléndido y trascendente, cuando por un momento, o un año, o un siglo, te alejas de él para mirarlo mejor.

Gracias por volver, gracias por no irte.