No sabe por dónde empezar. Ni cómo funcionan las cosas. Pero las ideas -antes precisas, ahora difusas- se le desbordan por las orejas. No la dejan dormir. La velocidad del tiempo, lo efímero de la vida, los complejos y certezas nadan por su cabeza como pecesitos color naranja, con los ojos siempre abiertos y flotando hasta en la hora de la siesta.
Katrina Pepina está atormentada. En ella no es novedad, conociendo su carácter y su necedad. Su necesidad de control y aceptación no resueltas. Ha descubierto de la manera mas infame que se trata de una rumiante. Así, como lo leen, una total y completa rumiante descascarada.
Independientemente de su complexión y aspecto por estos días, pues debe admitir que hubo mejores pero muchos peores, y de la lactancia prolongada que amenaza con convertirla en nodriza de servicio a domicilio; la cajita mágica -llena de basura y uno que otro dato falso- le ha platicado a través de una reproducción automática, la cual no fue solicitada, que las personas depresivas resultan de la nutritiva mezcla de melancolía y recurrencia de pensamientos. Del análisis insistente de las situaciones y los hechos, y de que el resultado del mismo no lleve a ningún lado. A este ejercicio de traer la cabeza ocupada todo el día en dilaciones sin sentido pero con el afán de hallarlo de algún modo, le han denominado "rumiar" los pensamientos. En este punto es útil recordar que los rumiantes son aquellos animales que, después de masticar e ingerir sus alimentos, tienden a rejurgitarlos, para volver a masticarlos un tantito más. Algo así como llevar lonche sin lonchera.
Esto, inevitablemente, le sucede a Katrina Pepina. Sobre todo cuando se trata de sucesos en los que se ve agredida de algún modo. Siempre ha tenido paso a suposiciones. Las cuales la llevan a equivocarse casi todas las veces. Es capaz de hilar un trama complicadísimo detrás del mal gesto de la compañera de trabajo, o de recriminarse por días el no haber reaccionado de cierto modo en un preciso momento. Hasta revive en voz alta los acontecimientos para poder mostrar a si misma su respuesta, totalmente innecesaria y fuera de tiempo.
Estas acciones, aparentemente comunes, se han convertido en un problema para ella. Hay cosas, y ni se diga personas, que no es posible entender, o que no responden a un patrón propio o establecido. Y aún comprendiéndolo, dándolo por sentado, le es imposible soltar. Soltar la preocupación, la ira, la culpa, la vergüenza, el perdón, la expectativa, el autodesprecio disfrazado de disciplina. Así anda la cabeza de esta dama por estos días.
Seguía el sabio y profundo vídeo de treinta segundos, explicando que las personas con este tipo de pensamiento debían buscar una fuga y un descanso a su tormento. La escritura, la pintura, la escultura algunos de ellos. Y como Katrina Pepina no esculpe bonito ni en jabón, y lo más profundo que ha llevado su pasión por la pintura es con acuarelas vinci, escribe estas palabras con afán de descansar, de perdonar y de olvidar. Al menos por un rato.
-Ya me siento más sueltita. - Comenta la campante mosquetera sin espada. A ver qué se viene sacando de la manga...
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