viernes, 3 de septiembre de 2010

Desde este humilde rincón...

El día de hoy hago un paréntesis para pedir un minuto de silencio. El Maestro Germán Dehesa ha muerto.
El cáncer se lo comió. Así como un día vino y se llevó a pausas a Jaime Sabines, hoy le tocó a este escritor ser su objetivo.
Siempre me hará falta. Usted que fué mi tutor sin saberlo. Que nunca me conoció y nunca me concebió en la tierra.
Me enseño que no todo tiene que ser drama. Que la vida -y más la propia- es algo de lo que vale la pena reírse cada día.
Que las palabras mochas y mal escritas no son realmente malas. Que uno puede crear sus propias palabrejas que huelan a uno, que hablen como uno habla, que digan lo que queremos decir.
Pobres y tristes traductores, cuánto han de tardar para mostrar su arte en otra nación. Porque su arte fué hecho especialmente para nosotros, los errados de camino que llegamos a esta tierra y la amamos como a ninguna otra en ninguna otra de nuestras vidas.
No usó rebundancias en vano, y una columna mostró de usted cada día tantos matices, todos llenos de humo y pavimento sudado, de niños horrorosos y gritones, de los Pumas en el estadio, de las navidades que todos hemos tenido.
Ha muerto uno más de mis padres. Uno más de los que me han hecho como soy. Gracias por dejarnos sus letras en cada hoja de papel. Gracias por vaciar su cabeza en esta tierra de nadie.
Desde este humilde rincón levanto mi copa y brindo por él, por el inigualable Maestro Germán Dehesa. Descanse en paz.

Germán Dehesa: Yo contra mí.

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