Los seres humanos vivimos en base a metas. Solemos plantearnos objetivos alcanzables a cierto plazo de tiempo, y al llegar al resultado, empezamos un nuevo proyecto.
Eso ha sucedido ya con la pequeña Caramelita. Desde que aprendió a leer y escribir, anda por aquí y por allá echando brincos y descubriendo que ha de hacer los siguientes veinte minutos. Después de terminar su "Súper carruaje mágico transportador de princesas", se ha quedado pasmada pensando qué será lo que salvará de nuevo al mundo.
Lo cierto es que lo divertido de llegar es el camino, por supuesto. Como cuando Má y Katrina Pepina se echan por varios meses una "telenoverla" completa. El día del gran final, o se les olvida o se juntan a verla para burlarse de lo falso que se ve todo, y al último terminan sacando cuentas de con cuántos otros actores ha compartido el altar esa misma protagonista, a la que sólo le cambian el vestido, el mono de al lado y los implantes. Pero me desvío del tema...
Caramelita hoy se levantó temprano y encarrerada corrió a darles el desayuno a sus chachalacas: Cucurucho, Gonzalita, los dos dinosaurios, la gallina muchacha (como ella la llama) y los tres tristes triates fruto del amor desenfrenado entre los dos primeros mencionados.
-Ya te faltan menos para el equipo de futbol...-Sugiere Refus cuando todo el animalero corre a la puerta a desayunar.
Al hacerse conciente la dulce niña de tan profunda observación, ha decidido enseñarlos a bailar.
-Es lo menos que puedo hacer por ellos, así podrán trabajar en un circo y ganar su propio dinero...-Comenta Caramelita con actitud de madre esperanzada.
Katrina Pepina comenta que si lo que quiere es ponerles un negocio, debería de hacerles una fosa séptica y vender su relleno como fertilizante.
-Al cabo pa' eso ya están amaestrados, nomás es cuestión de que les enseñes dónde tienen que vaciar sus gracias...
-¡Má! ¡Mi hermana ya está diciendo su montón de tonterías!-Grita la antes dulce niña ahora rubicunda.
Ni modo. Hasta ahora no ha desistido de su plan. Los individuos alados corren de aquí para allá al verla llegar con su varita amaestradora en mano, y no se ha visto aún que se meneen con los pasos certeramente impuestos por nuestra pequeña coreógrafa.
A veces creo que es más probable que Refus, con sus dos pies izquierdos y su baile de columpio, se aprenda ese ritmo tan llegador como lo son "las divinas".
Eso sí, la santa divertida que nos hemos arrimado estos días nadie nos la quita, y en el increíble dado caso de que los pollejos aprendan a menear el rabito, ustedes, queridos lectores, serán los primeros que han de comprarme boletos para el circo. Prometo que las palomitas costarán a quince y no a veinte como en los gandallas espectáculos que hasta ahora he presenciado, y que serán recalentadas de sólo dos días, no de tres.
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